2 de octubre de 2022, Murillo de Gállego

Entramos en este otoño de días claros y colores luminosos. Buscamos sensaciones, aromas, sonidos, emociones… Nos gusta pisar el monte, conocer nuestra tierra, la buena compañía, las risas … y los refollaus de Ayerbe.

Nuestro destino será la Peña Rueba de Murillo de Gállego. Bonita mole, quizás eclipsada por sus vecinos mallos de Riglos y Agüero. Planteamos una excursión con altas dosis de aventura, nos sentimos exploradoras jugando con la orientación, escaladoras con el vacío bajo nuestros pies y escuchamos el sonido del aire cortado por las alas del buitre que roza nuestras cabezas.

La actividad de hoy combina dos ferratas: Portillo-Varela de ascenso con una aproximación que obliga a sudar la camiseta y que en su recorrido cuenta con excelentes vistas del eje del Gállego y todo el macizo Pirenaico; y descenso por la ferrata de la Peña de la Mora donde los impresionantes abismos y las vistas sobre la Hoya de Huesca nos dejan con la boca abierta.

Casi una docena de adeban@s, ávid@s de sentir, compartir, aprender … Disfrutar.

Tras una marcha de aproximación bajo grandes paredes, matorral bajo, pinos dispersos y carrascas más abundantes damos, no sin trabajo, con la vira de acceso a la terraza superior donde redescubrimos y reinventamos el oculto sendero densamente vestido de vegetación.

Alcanzamos a ver el cable de seguridad sobre la empinada canal que permite nuestra aproximación a pie de vía.

Repaso colectivo del material de seguridad y vigilancia conjunta de su correcta colocación.

Emoción, nervios y anclamos los mosquetones al primer fraccionamiento. Comienza la fiesta: sucesión de grapas, sirgas, apoyos en roca y más sirgas y grapas. Con paso seguro ganamos altura hasta alcanzar la aérea cresta con vistas a grandes montañas Pirenaicas. Progresamos por ella y mágicamente, sobre el serpenteante rio Gállego, aparecen nuestros queridos mallos de Riglos al mismo tiempo que alcanzamos la cima de la Peña Rueba.

No está permitido relajarse, un vertiginoso y cableado descenso hasta el collado de la Peña de la Mora pone a prueba la adherencia de nuestro calzado y nuestra confianza en la roca.

El monolito de la Peña de la Mora impone, emociona y no defrauda. Todos en su cima, fotos de rigor, ideas para futuras aventuras pero a pisar bien los pies en el suelo que aún queda camino por recorrer. Entre cables, destrepes y algo de sed vamos bajando hasta el tórrido camino que debemos deshacer.

Y qué decir cuando ya en terreno cómodo y seguro suena la voz de un niño: “Mamá, el próximo día me llevas contigo”.

LOS DATOS:

  • PARTICIPACIÓN: 11 personas, 9 chicas y dos chicos
  • UBICACIÓN; Murillo de Gállego.

Nieves Arbonés, monitora de club en escalada