5 de septiembre de 2022,
El sentimiento de libertad que da la montaña es una de las razones por la que nos apasiona tanto. Por ello las jóvenes del club de Montañeras Adebán teníamos tanta ilusión por realizar este vivac en el cual seríamos nosotras las que decidiéramos nuestros propios pasos. El grupo estaba compuesto por 6 chicas entre 15 y 20 años y Marta Alejandre, una guía de media montaña y barrancos, socia del club y la primera mujer aragonesa en subir un 8000.
Este proyecto comenzó el sábado 27 de agosto cuando nos encaminábamos hacia los ibones de Anayet, por el valle de Canal Roya, donde pasaríamos la noche.
Al llegar allí, cargadas de grandes mochilas con todo lo necesario para realizar nuestro vivac, nos pusimos manos a la obra. En la montaña la meteorología puede cambiar en cualquier momento así que debíamos estar preparadas para todo.
Nos propusimos construir un techo sobre el que guarecernos en caso de lluvia. Fue muy gratificante ver como con tan solo unas cuantas piquetas y unos plásticos logramos construirnos nuestro propio refugio.
Al atardecer decidimos subir al pico Espelunciecha en busca de esas preciosas vistas que ofrece la montaña.
A la mañana siguiente nos levantamos un poco doloridas por las incómodas esterillas y el frío de la noche; algunas de nosotras la pasaron en vela esperando a que saliese el sol anhelando una fuente de calor. Nos sorprendió una maravillosa visita de unos caballos semisalvajes junto a sus crías.
Con la curiosidad de un niño se nos acercaban a ver que éramos hasta que sus madres les daban el aviso de irse. Iba a ser un gran día con sus respectivos grandes esfuerzos.
Conseguimos coronar el pico Anayet y su Vértice con mucha facilidad.
Nos íbamos cruzando con mucha gente por los caminos ya que es una zona bastante turística, y al vernos a todas con la camiseta del club nos solían preguntar de dónde veníamos o si pertenecíamos a algún grupo. Lo que no nos esperábamos era que a algunos les pareciera tan extraño encontrarse con un grupo de mujeres por la montaña hasta el punto de preguntarnos si éramos ¿¡monjas!?. Nos quedamos sin palabras. Respondimos con todo el respeto posible pero nos ofendió mucho porque seguramente si viesen a un grupo de varones seguramente no les preguntasen si son curas. En fin, se nota que todavía falta trabajo y esfuerzo para cambiar esos estereotipos hacía la mujer montañera pues solo se la reconoce acompañada de hombres.
Después de ese acontecimiento seguimos con nuestra ruta, quedaba mucho día por delante. Nuestra meta era Canfranc Estación por lo que nos dispusimos a bajar por el Porté donde se efectúa la famosa carrera del Kilometro Vertical.
Conforme más íbamos descendiendo, más calor había, y tras los días de esfuerzo nos encontrábamos cada vez con menos fuerzas. Para que nos fuese lo más ameno posible nos entretenía comentar películas entre todas o hablar sobre algún tema en el que todas pudiésemos participar.
Finalmente llegamos a nuestro objetivo, muertas de cansancio y calor pero muy contentas y satisfechas con esta experiencia. Nos ha enseñado que podemos ser capaces de todo por nosotras mismas y no necesitamos que nadie nos cuide, que mejor lo hacemos solas.
Mara Sahagún, participante del equipo juvenil de Adebán,
Muy bueno tu comentario periodístico.